Tenía escrita otra cosilla para mi segundo post pero, a petición popular (o más bien individual porque de momento no es que tenga muchos seguidores que se diga; aunque no me preocupa, son pocos pero buenos), os voy a presentar a mis gatos.
Breve descripción de quién es quién:
El blanco y negro
Nombre: Luhay
Alias: “El Gordi”
Edad: 8 años y cuatro meses aproximadamente.
Peso: 5.5 Kg. (Sí, de ahí sale su alias)
Procedencia: Apareció una noche en la puerta de mi casa junto a otra gatita igual que él (por lo que siempre imaginé que serían hermanos). Eran dos cachorritos preciosos de un mes y medio, más o menos, que tenían hambre. Fuera llovía y hacía viento y frío. Total, que los metí dentro y me dije “ya mañana, si hace mejor tiempo, los saco”. Al día siguiente sí hizo mejor tiempo pero yo ya estaba enamoradita perdida. La gata dio en llamarse Aída pero me la perdieron a los tres años.
Personalidad: La vagancia personificada. No se mueve ni aunque le vaya la vida en ello salvo si hay motivos culinarios que lo impulsen. Le gusta dormir la siesta conmigo, apoyado en mi brazo izquierdo para que yo lo abrace con el derecho y ahí nos quedamos fritos, en posición “cucharita”. Algo ciclotímico. Tan pronto está tan a gusto con los mimitos como se le cruza un cable y te lanza un bocado o un zarpazo así porque sí. En cuanto le echas la bronca tras el zarpazo o bocado de rigor, se te restriega contra las piernas para pedirte perdón y recomenzar el ciclo. Bruto, muy bruto. No controla su fuerza con esos casi seis kilos que gasta y, cuando juega contigo, fijo que te va a terminar haciendo daño. Le gusta charlar. Cualquier cosa que le digas en tono de pregunta te la responde con diferentes tonalidades de maullido. En serio, lo hace.
El negro
Nombre: Forlán (soy medio uruguaya y llegó a casa poco después del Mundial…)
Alias: “El Peque”
Edad: 1 año y 9 meses, también aproximadamente.
Peso: 2.5 Kg. (Este se nos quedó canijo así que el alias le perdura desde que era un cachorrito).
Procedencia: Tras la desaparición de Aída (que nunca tuvo alias) mi pobre Gordi no levantaba cabeza. Al principio pensé que se le pasaría con el tiempo pero dos años más tarde estaba cada vez más histérico el pobre. Más ciclotímico que nunca y hasta con un tic nervioso (le daba por lamerse al lado de la cola hasta que se dejaba unos pelones de órdago). Intentamos de todo, hasta feromonas artificiales a 24,00 € el repuesto de un mes de duración (No os miento, estas pijotadas existen), que no le iban del todo mal pero el caso es que seguía haciéndose sus desconchones capilares. Al final me dijo el veterinario (a quien yo creo que ya le estaba dando pena la millonada que me estaba dejando yo en feromonas) que me dejase de pamplinas y trajese otro gato. Y ahí llegó Forlán. Lo adoptamos en una asociación bajo el nombre de “Karioko” pero no pensaba yo mantenerle mucho ese nombre… Hicieron muy buenas migas y les encanta dormir juntos abrazaditos y, de tanto en tanto, perseguirse, morderse y hacerse maldades.
Personalidad: Raro, raro, raro. Su comida preferida son los canónigos y su bebida el zumo de manzana. Nos ha salido un gato vegetariano que, para colmo, adora meterse debajo del grifo de la ducha. Por lo general es bastante independiente y su lugar preferido es encima del armario, desde donde puede vigilarnos a gusto. Eso sí, cuando decide que es el momento de entrar en contacto con humanos, es lo más pegajoso que te puedas echar a la cara. Se te echa encima y eso no es un gato ronroneando, eso es un motor de seis cilindros. Y que no se cansa, el tío. Puede estar así media hora contando por lo bajo. Cuando por fin se aburre, se vuelve a lo alto del armario. Al contrario que el Gordi, que creo que ya ha quedado claro que es muy bruto, éste es una cosita delicada. Nunca muerde, nunca araña y tiene un gesto muy tierno de cogerte la cara con la pata para que lo mires mientras lo tienes en brazos.
Podría estar horas y horas escribiendo sobre ellos pero mejor no sigo porque se me va a caer la babilla. Ya contaré anécdotas en posts venideros.